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UN DESAYUNO SABROSO

Actualizado: 27 feb 2024

La Guajira, mayo 5 de 2022

Desde Causa Caribe resolvimos exhortar al virtual presidente de los colombianos, doctor Gustavo Petro Urrego y a su Vice Presidenta doctora Francia Márquez, a que se comprometan públicamente, desde ahora, cualquiera que fuese el resultado de las elecciones del 29 de mayo, a integrar un Gobierno Democrático de Unidad Nacional, llámese como se llame, conformado por las fuerzas y expresiones alternativas de nuestra democracia, dentro de las cuales se hallarían indefectiblemente los sectores liderados por Sergio Fajardo y Jorge Enrique Robledo y los de un grueso y organizado número de demócratas independientes que no han podido encajar por diferentes razones a los impenetrables anillos blindados, característicos de toda campaña ganadora, los del Pacto Histórico no son la excepción, léase lambones o saca micas, que han perdido de vista el repleto horizonte de dificultades y atrancamientos dentro de un proceso de profundas transformaciones.

Hemos venido sosteniendo que la coyuntura histórica que ofrece la circunstancia política actual de la patria obliga a repensar los caminos y cambiar la estrategia caína de siempre por la de transitar por nuevos y anchos estadios de construcción y transformación social positiva. La semana pasada, aprovechando la amenidad intelectual y gastronómica del líder político y social del caribe colombiano, Wilson Borja, nos reunimos en su casa con los también directivos de la Revista Pensamiento

Caribe, Gerardo Ardila, Oswaldo Díaz y José Adalberto Arroyave.

Se trataba, además, de una indeclinable invitación a un desayuno hablado, cocinado y servido por el controversial anfitrión costeño con el principal propósito de examinar con lupa la explosiva coyuntura política, particularmente el auge de la campaña de Gustavo y Francia, porque así los llaman Gerardo y Wilson, quienes por una u otra razón han tenido y tienen cercanía política con los populares candidatos. La recurrente loa que hacíamos de la maravillosa mezcla del ñame espino con el suero, queso, bollo limpio y ajonjolí nos permitió saborear mejor las no muy entretenidas cifras estadísticas examinadas con admirable frialdad por José Adalberto y Wilson, nuestros expertos de cabecera en ingeniería electoral colombiana.

En primer lugar, todos coincidimos en la necesidad de que de ahí resultara algo para sugerirlo públicamente, una especie de cambio de rumbo en el último tramo de la campaña en vez de seguir simplemente en la inútil contemplación del indiscutible ascenso de la popular tendencia en las encuestas de la favorabilidad, sin advertir y evitar los riesgos para la democracia que supone adoptar una posición ganadora errática y triunfalista, que es igual a continuar bracicruzados e impertérritos. La indiscutible inteligencia y simpatías de Gustavo y el polo a tierra que constituye el formidable y sobreviniente fenómeno generado por Francia, no resultaban suficientes para concluir que no era necesario ampliar lo que se ha venido llamando hasta ahora Pacto Histórico.

Tampoco pusimos en duda la jerarquía política de los potenciales aliados, mucho menos el tamaño y acritud de las viejas contradicciones atravesadas, pero algo que sí quedó muy claro fue la necesidad de que los guiños y gestos bilaterales de buena voluntad, ojalá multilaterales, de un fuerte abrazo colectivo y democrático deberán expresarse antes de la llamada primera vuelta. Al final del optimista y apetitoso encuentro terminamos diciendo, parodiando a la nueva negra grande de Colombia, que le agradecíamos a Wilson lo que será recordado como un inolvidable desayuno sabroso.

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