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PIDO QUE NO RENUNCIE…

Actualizado: 27 feb 2024

Ha surgido una enorme discusión alrededor de los quebrantos mentales del primer mandatario por la creciente carencia de sindéresis en sus frecuentes salidas en falso, a tal extremo que algunos dicen que debería renunciar del puesto. Yo no estoy de acuerdo con que renuncie por varias razones que no son del caso examinar ahora en este espacio reducido, pero que son referidas a principios de simple inconveniencia social y política. Preferiría que él sondee la sugerencia de quienes le aconsejan que solicite una licencia remunerada de dos o tres meses, o de quienes le recomiendan que adelante unas vacaciones o que obtenga una incapacidad médica del Seguro Social y el consecuente reposo en una tranquila playa del caribe colombiano, mientras pasan las tormentas de gobernabilidad y desprestigio que lo acosan y lo han puesto a tambalear, con algunas probabilidades de hacerlo caer del trono. Su actitud de colocarse una ridícula chaqueta de la policía nacional, cuando lo elemental era pedir perdón a los familiares de la víctima de policías enloquecidos y furiosos, no tiene justificación alguna, eso fue el colmo de los colmos, es lo que se dice. Habría sido mejor que hubiese reprendido a los generales del cuerpo policial en público, que entremezclarse dentro de la hilera de uniformados verdes, vestido como cualquier tombo o dragoneante raso, lo cual fue peor que haber formado discretamente en las filas de la institución disfrazado de presidente. Sin calcular los estragos del desconcertante mensaje enviado a la sociedad colombiana con ese gesto, el aturdido Iván agravó más los efectos de la pifia anterior, haciendo públicas y notorias sus felicitaciones y solidaridad a quienes la televisión y redes sociales mostraban atacando mortalmente a indefensos ciudadanos, o entregando armas a agresores ataviados con ropa de civil.

Similar disparate generó cuando totalmente descompuesto y nervioso resolvió aprovechar a cuanto micrófono y cámara se le atravesaba, y sin pensarlo dos veces, olvidándose que, sea como sea, él era el presidente de los colombianos, se puso públicamente del lado del reo, su amigo Álvaro, y arremetió contra la decisión de la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia, porque a él no le gustó que ésta decidiera ordenar medida de aseguramiento privativa de la libertad en contra de aquél. Ante semejante despropósito ético la generosa opinión nacional entendió entonces que ya no se trataba de un estado efímero o pasajero de excitación nerviosa del inestable Iván, que podría padecer algo peor, puesto que ya que no era la primera vez que se olvidaba de regirse por las reglas constitucionales de su investidura de primer magistrado de la nación. A cualquiera le ha podido pasar, alegaban a favor sus amigos y copartidarios en las tensas y agitadas calles de la capital, contrarrestando la crítica y tratando de suavizar la descomunal ofuscación del desconcertante mandatario, como si se tratara de un error común y corriente. Lo mismo le había sucedido días antes se cuándo el país entero descubrió que había permitido o auspiciado que el predecible ministro Alberto resolviera agarrar de los sagrados recursos del FOME 370 millones de dólares para prestarlos sin mayores o ninguna garantía a una conocida empresa de dudosa reputación, cuya principal y más reciente característica al día de hoy, a simple vista, es el conocido y largo rabo de paja asociado a la escandalosa operación del caso Lava Jato, que se ha convertido en la mayor investigación contra la corrupción en la historia de Brasil, que ha impactado negativamente a Latinoamérica, mucho más que lo trascendental y grave que ha sucedido con las travesuras contractuales de la desacreditada Odebrecht. Sin que olvidemos que la cuestionada empresa también estuvo involucrada en el escándalo de Airbus, asunto muy sonado que dio lugar a la firma de acuerdos de culpabilidad con autoridades de EEUU, Reino Unido y Francia, dentro de los cuales se pagaron penalidades cercanas a 4.000 millones de dólares. Menos mal, y para que no terminara de enloquecerse el pobre Iván, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca resolvió oportunamente suspender provisionalmente el trámite del insólito crédito. Es muy probable que el señor presidente no haya caído en cuenta de la gravedad y tremenda absurdidad en que está metido si eso no se frena definitivamente y ojalá que alguien le haga el favor de recordarle, que es mejor para el país que gobierna y para su propia suerte personal que aplique esos 370 millones de dólares en algunas de las tantas soluciones sociales que requiere con urgencia el pueblo colombiano, en vez de rifarlos irresponsablemente en manos de una empresa evidentemente en quiebra.

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