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LA SOBERANÍA, LA VIDA Y OTRAS PENDEJADAS

Actualizado: 27 feb 2024

Todo comenzó desde que el presidente Duque abanderó de diferentes maneras y en distintos escenarios, de manera pública y cada vez más explícita y notoria, bajo la sutil denominación de cerco diplomático, una clara e inconveniente intervención en los asuntos internos de Venezuela, hasta el extremo de liderar y promover presiones y acciones contra el presidente Nicolás Maduro y expresar total reconocimiento al denominado presidente interino de ese país, señor Juan Guaidó, lo cual hace suponer la destitución del titular. Recordemos que una de sus intervenciones, por demás muy publicitada, ocurrió en el seno de la reunión del Grupo de Lima en la ciudad de Bogotá, febrero del año pasado, cuando hubo todo tipo de reacciones y declaraciones relacionadas con la expresa intención de EEUU de imponer por la fuerza, a la brava, y con el apoyo ruidoso y altanero del gobierno colombiano y de su inmediato círculo político, la famosa AYUDA HUMANITARIA.

Desde ese momento fueron más evidentes y notorias las expresiones de animadversión y violencia en sitios fronterizos y también obvios desórdenes de ciudadanos de ambas nacionalidades que se han venido enfrentando por todo tipo de intereses e ideologías, generándose toda suerte de acusaciones mutuas entre ambos gobiernos, con ocasión y como consecuencia del fallido intento de remover de su cargo por las vías de hecho extranjeras, evidentemente por fuera de la normatividad de la Constitución venezolana, al controvertido mandatario de la hermana república. El liderazgo de esta obsesiva campaña internacional para sacar al presidente Maduro de su cargo lo ha tenido el presidente de EEUU y el Presidente de la República, doctor Iván Duque, que se ha erigido en ese y otros asuntos antivenezolanos como su compañero de lucha y el mejor aliado latinoamericano. Es por esa razón que se ha vuelto común la afirmación, según la cual, además de estorbar en los asuntos internos de Venezuela, el presidente Duque estaría desconociendo la fuerza vinculante del preámbulo de nuestra Carta Política, es decir, incurriendo en la violación deliberada de una norma esencial de nuestra Constitución, nada menos que su Preámbulo que privilegia la integralidad latinoamericana y que dice de la siguiente manera: «EL PUEBLO DE COLOMBIA, en ejercicio de su poder soberano, representado por sus delegatarios a la Asamblea Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios, y con el fin de fortalecer la unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social justo, y comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana……»( la subraya es nuestra).

Como si todo lo anterior no fuera de la peor gravedad, por fuera de los cánones de nuestra tradición diplomacia de respeto mutuo entre presidentes, ambos mandatarios, Maduro y Duque, se apartaron de las reglas de la delicadeza y buen trato que les impone la majestad de sus investiduras de Jefes de Estado, cayendo en un lamentable lenguaraz vocabulario de barriada, provocador y tristemente inadecuado. Veamos algunas frases: «El presidente Maduro dijo que rompía relaciones con Venezuela y el presidente Duque respondió que no podría haber rompimiento de relaciones diplomáticas porque no había ningún tipo de relaciones con Colombia.» Duque, le advierte a Maduro que le quedan pocas horas en el cargo» «Colombia rechaza ofensa de Nicolás Maduro contra Duque y le exige respeto» «Pido permiso para no reírme, eso es una verdadera ridiculez, expresó Maduro en una reunión de su partido transmitida por la cadena estatal de televisión, refiriéndose a la solicitud del gobierno colombiano al improvisado presidente interino Guaidó de extraditar a la ex senadora Aida Merlano, condenada en Colombia por delitos electorales».

Casi simultáneamente y en medio de los dramáticos anuncios de la pandemia del covid19 el presidente Trump, apoyado en resultados de investigaciones que se hicieron en EEUU y que él hizo públicos, luego de que la justicia de ese país así lo determinara, declaró ante los medios internacionales sobre la orden de capturar a Maduro, prácticamente, considerándolo como un objetivo militar, agregando el atractivo ofrecimiento de 25 millones de dólares de recompensa para quienes contribuyeran al éxito de esa captura, es decir, sacarlo del poder y llevarlo privado de su libertad a una cárcel de los Estados Unidos. Además impartió órdenes explícitas a las fuerzas aéreas, marítimas y terrestres para aproximarse y adentrarse de diferentes maneras al territorio venezolano en desarrollo de esa modalidad de cacería. El presidente Duque y el jefe de su partido CD adhirieron inmediatamente a esa extraña, compleja y peligrosa postura judicial del presidente de los EEUU,  y según él de 50 países más que actúan y actuarán como bloque militar y político contra el actual gobierno de Maduro, asumiendo las peligrosísimas responsabilidades y consecuencias que tal compostura implica para la paz interna de los colombianos y la integralidad latinoamericana.

Recientemente en una publicación que difundía la entrevista televisada a un oficial de alto rango de las Fuerzas Militares de los Estados Unidos, se decía que habría ejercicios militares y otras actividades, como brigadas de salud y entrega de mercaditos, en compañía de las fuerzas armadas colombianas en cinco sitios concretos del territorio colombiano pertenecientes al pueblo wayuu: Carrizal, Porcina, Jojoncito, Tres Bocas y Los Guajiros. Llovieron críticas de la ciudadanía colombiana en ese entonces, pero no hubo rectificaciones ni desautorizaciones por parte del ejecutivo colombiano. También los franceses e italianos reconocen ser aliados de los norteamericanos en esa aventura militar suramericana. Los chinos y rusos, de una u otra manera, han advertido que respaldarán a Maduro. En algún momento los rusos le enviaron al presidente Duque una dura amenaza. Maduro, o sus inmediatos colaboradores, frecuentemente y hasta de manera grosera han advertido que si los norteamericanos llegasen a poner un pie en Venezuela o tocarles un pelo a los venezolanos, inmediatamente ellos, los venezolanos, dispararán contra sitios estratégicos de Colombia, realizando una arremetida de arrasamiento y exterminio, que internamente han denominado FURIA BOLIVARIANA. Significa lo anterior que la susodicha amenaza militar lleva implícito que esos terribles bombardeos o como se llamen, irían dirigidos contra estratégicos objetivos colombianos a manera de castigo por el entremetimiento e impertinencias de nuestro gobernante en los asuntos internos del país vecino. Este es el contexto escueto que se percibe en La Guajira, particularmente en los precisos parámetros geopolíticos de la frontera y obviamente en un sinnúmero de lugares de toda la geografía urbana y rural de la patria.

Nadie entiende que el gobierno ponga en juego la soberanía, la vida y la paz de los colombianos. Tampoco nadie entiende que al gobierno le importe un bledo el mandato del preámbulo de la Constitución,  pedirle o no pedirle autorización al Senado o al Consejo de Estado, pasarse por la faja los requerimientos de gran parte del Congreso de la República.

 
 
 

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