EN EL FONDO DE LA MOJANA
- Teófilo Araújo
- 27 feb 2024
- 3 Min. de lectura
La Mojana es una región ecosistémica de la que hacen parte once municipios de los departamentos de Sucre, Bolívar, Antioquia y Córdoba, y que se encuentra ubicada dentro de la gran llanura inundable conocida como la Depresión Momposina. Esta región ha funcionado históricamente como una zona de regulación de caudales para los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge, pues su vocación natural es la de recibir los excedentes de agua que transitan por ellos durante los periodos de altos niveles.
Con el pasar de los años y por la influencia humana, se han venido modificando las condiciones naturales de esta zona a través de la construcción de diques y el taponamiento de caños, de manera que se ha bloqueado el ingreso natural del agua a esta gran llanura inundable con el objetivo de generar mayores áreas de tierra firme para la siembra de cultivos, cría de ganado y asentamiento de comunidades.
Esa ingenua aspiración de nuestra especie humana de pretender dominar las fuerzas de la naturaleza, una vez más nos estrella contra una realidad que nos devuelve a nuestras reales proporciones.
El problema de La Mojana hoy es por la ruptura del dique vía construido sobre la margen izquierda del río cauca a la altura del sitio conocido como Cara de Gato (Municipio de San Jacinto del Cauca – Bolívar). Esto generó el flujo incontrolado de agua a través de un boquete en el dique que el 27 de agosto de 2021, fecha en que comenzó la inundación, era de 15 metros.

Hoy, luego de 13 meses de trabajos de la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos de Desastres y más de veinte mil millones de pesos invertido en la contratación de obras de mitigación, la extensión del boquete por el que se filtra el agua que tiene afectada La Mojana es de aproximadamente 1 kilómetro.

Claramente, este empeño por pretender desecar La Mojana evitando el ingreso de los ríos aledaños es una batalla perdida. Podríamos dedicar arduos meses de trabajo e invertir otros muchos miles de millones de pesos en cerrar el boquete en el dique Cara de Gato, pero aun si consiguiésemos este objetivo, en el próximo evento de aumento de nivel en el río, la fuerza del agua rompería en otro sitio y la problemática de La Mojana sería exactamente la misma.
Esta dramática realidad nos obliga a pensar acerca de la manera en la que nos relacionamos con la naturaleza y nuestro entorno. La solución no es pretender siempre modificar las condiciones a nuestro antojo, sino, como en este caso, aceptar que lo más sensato es adaptarnos nosotros a esas características que se han forjado de forma natural durante miles de años.
Repensar la ubicación, interconexión y enfoque socioeconómico de las comunidades que habitan la región de La Mojana, al mismo tiempo que se le devuelve al territorio su condición natural de llanura inundable, no solo evitaría las recurrentes emergencias en esta región, sino que además reduciría considerablemente el riesgo de inundación en las comunidades ubicadas en la parte baja del río Magdalena.
Y es que, además, no es menos importante que reflexionemos sobre lo escasa que es el agua fresca superficial en nuestro planeta (menos del 1%*), y el hecho de que hay un consenso entre la comunidad científica que visiona la falta de agua como uno de los principales problemas en el futuro cercano de nuestra sociedad, catalogando incluso esta problemática como uno de los motores principales de las futuras guerras. Sin embargo, hoy estamos invirtiendo miles de millones de pesos en canalizar los ríos para asegurar que toda esa agua que corre por nuestras benditas tierras colombianas, llegue rápida e íntegramente a mezclarse con el agua salada de los mares, dificultando su futuro aprovechamiento.
*Aunque existe mucha agua en nuestro planeta, el 97% es salada. El agua dulce superficial disponible para uso es menos del 1%.
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